domingo, 19 de julio de 2020

Matinal

No quisiera decir que no me lo busqué
Pasar noches en vino
Racontos de tantos “podría haber”
Letras tras letras lentas
Pasos que no llegan a ningún lugar

Un saxo roto llorando por cualquier canción triste
Un vaso que, por suerte, no se quebró 
El inmenso mar de la melancolía tardía 
Una lágrima que no encuentra salida.

Otro día de buenos días.

maléxico

No es que sea sádico
Pero no quiero sufrir sólico
Ni desangrado clásico
Ni cómo mal cómico

Quiero, con palábrulas
Quebrar lectórulos
Transmitir dolóreles
A corazones trémulos

Desgarrar cardiólogos 
Con pinzas diccionáricas 
Quebrantar abstémicos
Con versos alcohólicos

Destrozar el léxico 
Para caer atómico 
A los ojos tóxicos 
De quién lee plácido

E, ignorando tódico
Buscar, furibundo
Llagar tétrico 
Al optimista simbólico.

Vómito del año pasao.

...”porque yo también merezco ser amado...” es lo que ha sonado más en mi cabeza, como un trueno en una biblioteca.  Digo, ¿lo merezco? ¿Es una especie de premio que se da por, acaso, haber hecho las cosas bien? 

Todo esto es tan confuso, un loop atemporal, una caja de schrödinger que despierta naturalmente a las una y descansa al alba. Un eterno buscar de quehaceres, soñar sin sueño con un sinfín de “y qué tal si...” que luego se ven cuesta arriba, normalmente estériles - de por cierto - y luego retarme a mí mismo por desear recuperar eso que tuve, eso que creí que encontré que soñaba de chico, por soñar con despertar en esa ciudad a la que íbamos a viajar, con retornar y casarnos, con volver a salir, con las aventuras por vivir, con armar la familia... 

Quizás no he vivido el duelo de la mejor manera, porque no quiero pensar en ti, porque me duele verte sonreír, me duele pensar que todo lo que hice fue sólo un camino para llevarte un lugar mejor que también me excluiría por completo, que al final no quedaría nada de mí, migas de canciones, flemas por palabras... ¿tan ciego fui, que no vi que caminaba al vacío, con los ojos vendados y sonriendo?
Tengo rabia, rabia de soñar con despertar contigo al lado, rabia de tener que convencerme de avanzar, que era lo mejor, rabia de saber que te recibiría otra vez con los brazos abiertos si se desarma tu castillo de naipes, que volvería a darte ánimo y esperanza, que volvería a luchar por tus sueños, aún sabiendo que me dejarías por cualquier aparente futuro prometedor. 

Qué infantil soy, que no puedo concebir la vida como una serie de buenas y frías decisiones, que no quiero aceptar esta mierda, y trato de noquearme con vino barato cada 2 días, marihuana o ácido, o volver a poner el viejo cassette dónde me hablo de mis logros y toda esa mierda de autoestima programada, para luego volver al trigo a preguntarme si acaso estará pensando en mí, si sufrirá o simplemente ya se libró de aquello que le generaba compasión.

miércoles, 8 de julio de 2020

Remanente

Y, ¿Qué más queda?

Sentarse en la mesa y beber vino hasta que el mundo cambie
vomitar las pocas letras que comí a la fuerza
llorar, pero no lo suficiente como para arruinar el parquet.
Repasar una y otra vez la escena donde se acabó todo
intentar hilar los sueños rotos, a ver si puedo cobijarme con eso.
Dejar de soñar cada madrugada con tu sonrisa, la que se desvanece cuando intento tocarla.
arrastrarme a la cocina a calmar al lobo con pan.
salir de la cama para arrepentirme.

Contemplar el infortunio de los días
de todos los días
romper el techo a gritos, que jamás serán escuchados
ni por las cucarachas que duermen en mi almohada
ni por los dioses que me miran con desdén.

Comer contra mi voluntad
asear un espacio que no es mío
regar las plantas de plástico
sonreír para evitar las preguntas espinosas
abrazarme como pulpo atemorizado
cortarme las uñas con un cuchillo
obligar a mis dedos a saltar sobre noventa y siete teclas inertes.

Cerrar los ojos en vano
descansar de descansar
despertar por costumbre, otra vez.
Y una vez más.

martes, 7 de julio de 2020

Delivery

me dejaste.
noches más largas que los días
soliloquios psiquiátricos
humo bailando en la ampolleta.

Cigarros temblorosos
sábanas extensas
pies que te buscan sin éxito
una trompeta que llora para no escucharme.

setescientas treinta mil y una horas de manicomio
sueños en todos los idiomas
cicatrices cardíacas
flotando en la tabla donde cabíamos dos.

Un mapa en blanco
las piernas podridas
el miedo al silencio
me dejaste.