miércoles, 5 de julio de 2017

La mano

I

Cuando esté viejo
y las palabras se me enreden en los dedos
o cojee entre viejos versos rotos.

Viejo, con la cara derretida
con el invierno por los cielos
con la voz inquieta y putrefacta

no estaré tan distante de la muerte como siempre he estado.

La mano nos acaricia el aire
como un fantasma despechado
mas, cuando viejos veremos
con mayor claridad su mano.

Cuando sea viejo
y el vino me sepa a agua
y las palabras a certeras.

Viejo, con las ganas derretidas
con el infierno por los cielos
con la voz cínica y analfabeta

estaré más cerca de la muerte que la muerte misma.

II

(a Jorge Teillier)

"es mejor morir de vino que de tedio"
decía un viejo poeta pobre
que soñaba con techos de zinc y cercas de madera
mientras la mano lo alejó de todos los mesones

Que de tedio no murió no queda duda
aunque el vino no se sirvió en las mejores mesas
sino en las viejas, con arcos marcados
y la mano cercana a todas las esquinas.

Las palabras bailaban bajo el lápiz
de la vejez vestida de alba
y, de la mano de todas las doncellas
bailó con las putas, y las putas letras.

Algún día, en otra cantina roñosa
con la mano extendida y abrazada
hablaremos del vino, viejo poeta pobre
y gastaremos los codos, en todos los mesones.