La última luz de un farol solitario
Que cae
Justo
En un círculo de la vereda
De un Santiago imaginario.
Bohemio y seguro
Luciérnago ambulante
Cálido y hóspito,
Cínico y violento.
¿Qué son las deudas, si no porvenires de progreso?
Porque es fácil alzar la voz, como un ángel recién castrado, a las multitudes imposibles.
Santiago es la trampa.
A la promesa sintonizada
Que nunca acaba de llegar.
Es el pan para mañana que era para hoy.
Es el gasto del gasto, y para el gasto
Y el costo de todo, y de todos.
Y, qué fácil es hablar desde el útero
De sus pilares de cristal
Y arropado con camisetas de la empresa
Dormir para no despertar nunca
Hasta que la calma te agota
Y a gotas hablas la rabia
Para caminar triunfante arrugando años de servicio
En un cheque ciánido.
Y correr a la maternidad del pijama
Para hibernar otro ciclo atemporal.
Y esperar la nueva era comiendo porquerías.
Para afeitar la cara y las costumbres
Y entrar a otro año dorado
Mientras el rostro brilla, lozano y estreñido
En la pizarra del empleado del mes.
Santiago es la misma película por años.
En ese cine del centro
Que ya nadie se molesta en visitar.
Es la navidad en la ventana de la multitienda
Pasaje sin escalas a las bodas áureas.
Camas ciegas en un patio de mármol
Que nunca se termina de pagar.