...”porque yo también merezco ser amado...” es lo que ha sonado más en mi cabeza, como un trueno en una biblioteca. Digo, ¿lo merezco? ¿Es una especie de premio que se da por, acaso, haber hecho las cosas bien?
Todo esto es tan confuso, un loop atemporal, una caja de schrödinger que despierta naturalmente a las una y descansa al alba. Un eterno buscar de quehaceres, soñar sin sueño con un sinfín de “y qué tal si...” que luego se ven cuesta arriba, normalmente estériles - de por cierto - y luego retarme a mí mismo por desear recuperar eso que tuve, eso que creí que encontré que soñaba de chico, por soñar con despertar en esa ciudad a la que íbamos a viajar, con retornar y casarnos, con volver a salir, con las aventuras por vivir, con armar la familia...
Quizás no he vivido el duelo de la mejor manera, porque no quiero pensar en ti, porque me duele verte sonreír, me duele pensar que todo lo que hice fue sólo un camino para llevarte un lugar mejor que también me excluiría por completo, que al final no quedaría nada de mí, migas de canciones, flemas por palabras... ¿tan ciego fui, que no vi que caminaba al vacío, con los ojos vendados y sonriendo?
Tengo rabia, rabia de soñar con despertar contigo al lado, rabia de tener que convencerme de avanzar, que era lo mejor, rabia de saber que te recibiría otra vez con los brazos abiertos si se desarma tu castillo de naipes, que volvería a darte ánimo y esperanza, que volvería a luchar por tus sueños, aún sabiendo que me dejarías por cualquier aparente futuro prometedor.
Qué infantil soy, que no puedo concebir la vida como una serie de buenas y frías decisiones, que no quiero aceptar esta mierda, y trato de noquearme con vino barato cada 2 días, marihuana o ácido, o volver a poner el viejo cassette dónde me hablo de mis logros y toda esa mierda de autoestima programada, para luego volver al trigo a preguntarme si acaso estará pensando en mí, si sufrirá o simplemente ya se libró de aquello que le generaba compasión.